Palabras al aire
de nuevo, llenando vacíos que llena el aire, aire que nos llena como
inmateriales y poderosas medusas, esos seres transparentes que nadan impulsando
sus tentáculos casi invisibles, como yo cuando te veo, casi invisible y etéreo,
como las finas alas de las mariposas, que se tocan y se deshacen en tus dedos,
dedos largos y sinuosos, longevos e infantiles, casi mecánicos, como torpes
extensiones de metal, de esos robots que sólo existen en las películas que no
vemos, en esas que pasan en los cinemas en los que no entramos, por perder el
tiempo, por recuperarlo, tardes eternas paseando bajo las nubes plomizas, ¿cómo
algo tan liviano puede parecer tan pesado? Como el plomo, lleno de metáforas ¿te
lo dije alguna vez, verdad? Me lleno de vos de nuevo, ¿de voz?, cuando aspiro,
inspiro, me inspiro, respiro, como la primera vez que siempre vivo como si
fuera la última, y cada vez es la primera vez y la última ¿Por qué soy tan
cobarde? Y me repito, como las canciones que nunca canto, y los libros que
nunca leo, y las películas que nunca veo, y me invento para vos, como el actor
que soy, me convierto en gigante, y vaquero, y payaso, y fantasma, y mago, de
esos que desaparecen lluvias y hacen aparecer días soleados (aunque el mago sos
vos que iluminás las tardes lluviosas con tu sonrisa), y me convierto en aire…
de nuevo… como una nube… que te mira desde lo alto, en silencio, y de personaje
en personaje me convierto en ese que más te gusta, en ese que no está en ningún
cuento, ese que no es como yo, y ese personaje es el que te deja este rastro de
puntos suspensivos para que lo encuentres
a veces muchas veces, a veces casi siempre… un rastro de puntos suspensivos
en una historia que parece ser otra historia y siempre termina siendo la misma
historia…
Carta para Juan #1. Chuchú.
Hace 10 años