miércoles, 21 de febrero de 2007

UN BUEN DIA PARA NO PENSAR EN NADA…

Hoy es uno de esos días, si de esos, tarde de domingo… aburrida como todas las tardes de domingo… si de algo me ha dado cuenta en los modestos viajes que he hecho es que no importa el lugar donde te encuentres, todos los domingos son iguales… Así que hoy como todos los domingos estoy aburrido y medio deprimido…
Sin nada bueno para ver en la televisión, medio enguayabado y con ganas de ir a cine, si hubiera algo bueno para ver, gracias al cielo ya vi las cosas buenas que había en cartelera, así que me quedó tirado en la cama pensando en… ¿pensando en qué?
Buena pregunta.
¿En que piensa uno cuando no piensa en nada?
Lo primero que pienso es porque estoy así, o sea: solo y aburrido. Tal vez la cosa cambiara si tuviera una pareja cerquita, claro que haciendo memoria a Carelapiz también le aburrían las tardes de domingo así que por lo general nos aburríamos juntos (para atrasados Carelapiz fue mi pareja hasta enero de este año). Así que la solución en mi caso no es tener una pareja, porque con pareja y todo me aburro igual.
A lo mejor es algo genético, tendría que averiguarle a mi familia, y si no me equivoco deben estar echándose un sueñito a esta hora, o viendo una mala película, que para películas malas tengo una prima que es experta, si esa, la que se repite Titanic a ver si en esa oportunidad no se ahoga Leonardo Dicaprio, la misma que llora en Armagedon cuando se muere Bruce Willis.
Pienso ahora, que tal vez debería ponerme a hacer las labores que tengo para el otro día… pero si estaba medio deprimido mirar lo que me espera mañana me pone peor, o sea deprimido del todo… Dos dosis de Fluoxetina y la depresión pasa de una, no vayan a pensar que soy un adicto a los antidepresivos, sino que a veces viene bien una ayudita…
Pienso en mis amigos, si los de verdad, que deben estar tan aburridos como yo. El teléfono no suena, de hecho no lo encuentro, en medio de la rumba en la que llegué anoche lo tomé para mirar las llamadas perdidas y ni idea de donde lo dejé… y ni hablar del celular, ese aparatito siempre está mudo los domingos, como diría Andrés Caicedo “Domingos de mi perdición”… Por acá está el celular, pero por más que llamo a los íntimos, estos compadres ni siquiera contestan, deben estar más dormidos que yo, a haciendo por lo menos cosas más interesantes…
Podría ser un buen día para hacer visita a esos amigos que nunca veo, si estuvieran dispuestos a recibirme, o si por lo menos estuvieran en casa y tuvieran un buen plan… Así fuera hablar mierda, que sin decir mentira es de lo que mejor hago, y no quiero entrar en detalles íntimos sobre las otras cosas que hago bien…
Y hablando de las otras cosas que hago bien, mejor me voy a buscar un tinieblo a ver si mis capacidades todavía están en un buen nivel…
Deséenme suerte…

martes, 6 de febrero de 2007

RELACIONES AMOROSAS DEL SIGLO XXI (Capitulo I)

Primera vez en mucho tiempo que comienzo el año solo, no “solito” como siempre se siente uno los domingos en la tarde, más bien SOLO (en mayúsculas). Porque, no es para decirse mentiras, uno en este cuento de las relaciones amorosas siempre se tiene la certidumbre de la soledad, “la Sole” como le dicen los españoles a la amiga loca en las películas de Almodóvar. Entonces la convertimos en nuestra amiga, LA AMIGA LOCA (no confundir con el “Amigo Loca”), esa que nos aconseja en el silencio de las tardes lánguidas (se me salió el poeta).
Así que este post lo escribimos a cuatro manos: La Sole y yo.
Nos sentamos y hablamos de las relaciones amorosas. Y nos dimos cuenta de algo. Esto de las relaciones amorosas siempre siguen idea precocebida, o sea, que para algo sirven las novelas, las mexicanas claro, nos alienaron a todos, y a todas, nos pusieron a creer que el amor verdadero existía, y demás que si existe pero somos muy exigentes o muy quisquillosos, yo soy lo primero cuando empiezo y lo segundo cuando termino.
Si, empezamos buscando el príncipe azul (como los galanes de las novelas): guapo, exitoso, inteligente y buen amante (no en ese orden de importancia, cada quien le da el orden que quiera) pero este estereotipo sólo le funciona a la muchacha de la telenovela (si, muchacha, como las del servicio porque casi siempre eso son), a la María de turno se le aparece el macho en la puerta de la casa, del supermercado o del burdel. En cambio a uno si le toca buscarlo (no escribo donde los busco yo porque se alargaría demasiado este post) y eso aspirando que cumpla al menos una de las condiciones antes mencionadas: o guapo, o exitoso o inteligente buen amante.
Y si por suerte conseguimos al Príncipe Azul, el pobre por más besos que nos da no logra que dejemos de ser sapos. O el Príncipe se resigna o arranca a buscar a su respectivo Príncipe, así le toque besar muchos sapos.
Nos quedamos viendo chispas, dejando que se vaya el Príncipe, pensando que tal vez vuelva (“yo soy lo mejor que ha pasado por tu vida”), y como la muchacha de la novela mirando por la ventana viendo pasar la vida, con la Sole al lado y hablando mierda, y tal vez lo volvamos a ver, como dice Alanis Morissette: “It's meeting the man of my dreams, and then meeting his beautiful wife” (en mi caso: “Conocer al hombre de mis sueños y conocer a su hermoso marido”).
Mejor conformarse con el novio promedio, que cumpla al menos uno de los requisitos (antes prefería que fuera inteligente y guapo, ahora prefiero que sea al menos buen amante). Y es que los hombres perfectos sólo salen en las revistas y eso porque no hablan, si lo hicieran ya dejarían de ser perfectos.
Alguna vez conocí al hombre perfecto, si en serio. Guapo, elegante, inteligente, exitoso, con buen humor, buen conversador, el súper cuerpazo, medio bohemio y con mucho mundo. Lo del sexo era cuestión de tiempo, en realidad no mucho tiempo, más bien poco, si, muy poco, pero muy muy poco, no habíamos empezado y él ya había acabado. Lastimosamente. Y eso a mí no me importaba pero parece que a él sí. Curiosamente pensó que era culpa mía, dijo que lo había excitado tanto que estos eran los resultados.
Todavía está por ahí echándole la culpa a los otros de sus malos polvos, cortos pero polvos finalmente. Quien iba a pensar que no era perfecto. Y es que la perfección no existe, dicen que sólo Dios es perfecto, y si él fuera Dios, ya se hubiera hecho el milagrito.
(continuara…)