jueves, 28 de febrero de 2019

Y...



Y me veo transparente y lúcido, y a vos tan turbio, como el agua que empujo con mis pies descalzos cuando pasa la lluvia.
Y sin querer te desdibujo, como el lápiz cuando mis dedos sin querer trazan sombras en los dibujos que hago en mis ratos muertos.
Y freno el impulso de llamarte, mi superhumano vulnerable a la soledad.
Y empujo las puertas de mi memoria, yo que no puedo no amarte cuando veo mis manos solitarias enredando los cabellos imaginarios de tu frente.
Y no consigo sujetar tus dedos finos, como esos pececitos que te tocan los dedos y huyen.
Y te entrego mis suspiros sin aire como un hermoso ahogado sin nombre que llega a la playa de tus ojos, como un sentido unívoco del viento, como una ciudad abandonada por la lluvia.
Y te convertís en el cielo, en las nubes y en el polvo del camino.
Y no te reconozco en los ojos somnolientos de mi amante.
Y como no amarte cuando sos mi necesitado de afecto, como no amarte cuando sos mi sombra triste de las noches sin luna, como no amarte cuando sos lo único que cumple mis citas en las noches de insomnio.
Y te dibujo en las paredes de mi casa como unos minutos vagos de las tardes que no existen, en las fechas turbias de los paisajes innombrados de las montañas silenciosas que vigilan mis pasos.