martes, 31 de julio de 2012

Desnudo y Hambriento…


Despierto y miro mi cama vacía, bueno, no vacía porque estoy en medio, ocupando el centro, desparramado en medio, desnudo y hambriento…
Me levanto bruscamente y haciendo ruido, ruidoso en la mañana, dejando la sábana descompuesta, arrugada y caliente, y camino por mi casa desnudo y hambriento…
Enciendo la tele, las tragedias del mundo en treinta minutos y en una tele pequeña de 14 pulgadas, y aunque no lo crea, viendo el reloj me doy cuenta que dormí más de la cuenta, ocho horas y media, desnudo y hambriento…
Me siento al frente de mi vieja compu, y se demora un poco abrir la red, donde me quedo atrapado sin poder soltarme, el tiempo necesario para leer correos, término extraño habiendo tenido tiempo antaño para escribir cartas, de esas con hojas blancas que se demoraban una eternidad en llegar a sus manos, a tus manos, a cualquier mano, sentado leyendo desnudo y hambriento…
Y en el preciso instante de encontrar tu “e-mail”, me voy a la cocina a preparar un café, una cuchara de café instantáneo y mucha azúcar para empalagar, me quedo mirando como el agua hierve, dejando que suene la tele en el cuarto, y en el justo instante de hervir el agua, me quedo pensando desnudo y hambriento…
No sé que pensé en ese momento, que me fui a la cama, mi cama vacía, y aspiré profundo el olor de mi almohada, que curiosamente no olía a nada, ni siquiera a mí, miré en mi closet a ver si el monstruo estaba ocupado, pero ya no estaba, se había largado, dejando sólo mi ropa ordenada, y me miré al espejo desnudo y hambriento…
Y no vi nada, ya no estaba mi cara cansada, ni mis ojeras oscuras, ni mis dientes chuecos, sólo se veía, a través del vacío de mi cabeza hueca, mi casa ocupada sólo por el aire, enrarecido y soso que dejaste cuando te marchaste, llevándote en tu maletita: tu presencia blanca en mi enorme cama y el olor de la almohada, las buenas noticias de la pequeña tele, el  sabor del café instantáneo, el monstruo rosado de mi closet negro, mi cara, mis cosas oscuras y claras; y me dejaste a mí, sólo y triste...
Hueco y tonto...
Sin una sonrisa, ni una mirada...
Me quedé aquí solo, desnudo y hambriento…