miércoles, 5 de septiembre de 2018

Volver a casa

Como devolviendo los pasos, regreso a casa...
La puerta oxidada y los postigos echados me reciben silenciosos, como cadáveres abandonados al borde del camino...
El polvo, único habitante de mi refugio, se levanta silencioso cuando recorro de nuevo sus habitaciones: la sala con su biblioteca, en la cual los personajes de mis libros me miran sin reconocerme, el patio con mis cuatro plantas ya convertidas en árboles llenos de pájaros sin hogar, mi cocina con el agua del lavabo a rebosar ya convertido en piscina llena de delfines de espuma y tiburones de goma, y mi alcoba llena de sueños olvidados, de los míos por supuesto, y que curiosamente, aunque los veo, no los reconozco, ni tu sonrisa, ni tus ojos, ni tus dedos son los mismos, ni tus palabras, ni tus silencios, ni tus recuerdos, todo de una forma diferente a la real, y allí en medio del silencio de mi casa, tendido en la cama, estoy yo, como un bebé enorme abandonado en medio de la lluvia interminable que es mi memoria. Triste costumbre que tengo de irme y no llevarme conmigo...