sábado, 30 de diciembre de 2017

Te imagino...

Te imagino solo, abandonado y triste, como un pecesito en una pecera frente al mar, alma solitaria en un mundo tan azul, pequeña metáfora de la ausencia, inútil esfuerzo por no desaparecer de un sórdido refugio hecho de papel, así como ramas astilladas de un árbol que nunca creció, ¡Oh, mi pequeño ángel! como una gárgola en una iglesia gótica, tan cerquita del cielo, casi estirando los dedos tocar las nubes, y empinarse corriendo el riesgo de caer y sin esperanza de volar, ángel de piedra con alas inútiles... Te imagino sombra, arena y viento, que estás en todas partes, ser ubicuo como mi pensamiento, ¿cómo puede mi pensamiento estar en todas partes que finalmente terminan siendo tú? Que sos mi universo, mi refugio, mi tristeza... Te imagino ciego y mudo, como esos muñecos en los aparadores de la ciudad, inútil metáfora de la infancia, así de ridícula e innecesaria, si la infancia es una metáfora en sí misma, como esas luces navideñas que pretenden ser alegres y sólo nos llenan de nostalgias... Te imagino ausencia, eso que está y no existe, como los cuerpos sin sombras, como una ventana hacia un muro, así de vano e innecesario, siendo sin ser, soy porque existís, porque sos mi pensamiento, mi aliento y mi luz, como la vida en la punta de los dedos, intentando escapar de mi realidad que no sos vos, que es esta realidad que se escribe en las líneas torcidas de la palma de mi mano izquierda, y que aún sigue siendo percibida por mis ojos cuando los cierro, por mis manos cuando te toco en las páginas de los libros que nunca leerás porque no existís más allá de esta cabeza que descansa sobre mis hombros... Te imagino imaginándome a mí, este solitario hombre que soy yo, mirando una pecera donde un pecesito triste mira a través de la ventana el mar que se extiende al otro lado de la carretera....

martes, 31 de octubre de 2017

Disfraces



Me visto de pájaro para verte desde ese cable de luz que atraviesa frente a tu ventana, viéndote despertar cada mañana para irte al trabajo… me visto de árbol, ese donde te tiras a descansar de la fatiga diaria, y te cubro con mi sombra, y te toco el rostro con mis ramas cuando estás distraído… me visto de nube y te veo caminar por los andenes, por los parques y las calles de esta ciudad enorme que es tu ciudad… me visto de lluvia para cubrirte de besos minúsculos de gotas transparentes, y te dejo llegar a casa corriendo, como si huyeras de mis labios fríos… me visto de atardecer para mirar tu rostro de nostalgia, de “saudade”, a través de las rendijas de las cortinas de tu cuarto… me visto de luna para señalarte los lugares por los que no caminas porque te da susto, aunque estando conmigo lo sientas igual… me visto de sueños, luminosos, algodonosos y sutiles, como esferas escapadas de un collar sin hilo, y me escurro entre tus dedos cuando me visto de arena que intentas meter en ese reloj roto y me visto de niño que te mira asombrado por tu belleza cuando vas en el transporte público y me visto de espejo cuando te miras ojeroso y cansado antes de dormir y me visto de nada… cuando sigues con tu vida sin saber que existo…

viernes, 21 de julio de 2017

Alas malas...

A las malas decidí no volver a verte, a no pensar en vos, ni a buscar tu mirada en las fotos de las selfies… a las malas, como sacando los recuerdos  de la memoria, vos sabes cuales, los de las tardes grises, esas que nos gustaban tanto, también los de las calles largas y sinuosas donde nos contábamos historias, reales o inventadas, y tumbados en la hierba buscábamos animales mitológicos en las nubes, yo siempre encontraba los pequeños, esos roedores que se ocultan tras la cola de los elefantes…  Y te llenaba de sucesos, los míos, los banales que me ocurren todos los días, en mi ciudad sin mar, en mi ciudad de largas tardes soleadas y montañas enormes por recorrer… Y te miraba los lunares, los dedos largos y delgados que me encantaba como enredaban el aire a tu alrededor… Y te oía respirar cuando subías las escaleras, los peldaños que llevaban hasta lo más alto del castillo de nubes que eran esos momentos… a las malas decidí borrarte de mis dedos, ya no recorrer jamás tu geografía, esa geografía tuya llena de abismos, de angulosas cúspides e insondeados océanos, mi tierrita, mi islote, mi continente inexplorado, mi satélite natural, mi selva virgen, mi universo pequeño… a las malas decidí no nombrarte, dejar de inventarte nombres y apellidos, y palabras, y diminutivos, y profesiones locas: relojero, soñador, trepaescaleras, encendedor, contador de historias, domador de elefantes, testigo mudo, silenciador, espanto… a las malas decidí dejar de decir adiós, y hola, y de nuevo adiós y hola y bienvenido y hasta pronto y hasta nunca… a las malas me llené de silencios para no decirte lo mucho que te extraño mi vidita, mi enano, mi árbol, mi sombra, mi espantapájaros, mi solecito, mi único… mi pequeño tesoro… mi ausencia… mi vos… 

domingo, 23 de abril de 2017

Y me encanta...

Y me encanta cuando me descubres mirándote, y me sonríes con todos los dientes, y te brillan los ojos enormes que tienes… y me encanta cuando me saludas con un abrazo, y te doy un beso en la mejilla, esa mejilla con barba que tienes… y me encanta saber que existes, que estás ocupando un lugar en el mundo, en mi mundo… y me encanta encontrarte de casualidad en las esquinas, en las calles y en mi vieja casa, recorriendo los cuartos dejando tu aroma… y me encanta que me hagas caras, esos gestos minúsculos que tienes, y que yo intento leer cuando te miro… y me encanta saber que amas a alguien, aunque ese alguien no sea yo… y me encanta, aunque no lo creas, saber que nunca, aunque yo lo quiera, seré ese alguien… triste destino de mi ser masoquista…

martes, 31 de enero de 2017

No te puedo ver

No te puedo ver, y aun cerrando los ojos te veo, luminoso y transparente como las medusas, tal vez eso eres, una enorme medusa que flota en el aire, y como las medusas tocarte es imposible, porque te escurres entre los dedos sin apenas rozarte… No te puedo ver, y aún entre las caras de desconocidos te veo, formándote con los fragmentos de esos seres anónimos, los ojos de uno, las cejas de otro, la nariz y los labios de caras que no son la tuya… No te puedo ver, y en mis sueños te confundes con las nubes, los campos y las montañas, como los paisajes que recorro para perderme sin perderme en mi ciudad, por caminos pedregosos que no me llevan a ninguna parte y sin embargo me llevan siempre de regreso… No te puedo ver, y en la oscuridad se forman sombras que me recuerdan la tuya, sombras salidas de películas expresionistas, de esas donde las sombras se alargan en perspectivas imposibles, como reflejos de realidades que no existen… No te puedo ver, porque cuando te veo revivo una y otra vez los adioses que nunca te digo, porque verte es comenzar de nuevo, como la serpiente que se muerde la cola… como los sueños donde abres una puerta que te lleva al mismo cuarto, para comenzar de nuevo, una y otra vez, como estas cartas que siempre son la misma carta… No te puedo ver, y sin embargo con mi imaginación te reconstruyo, y recorro con mis ojos tu geografía abrupta y seca, a veces acuosa y húmeda, como los paisajes de los reinos perdidos de los libros de aventuras, te recorro con mis ojos, como un niño en una pastelería, llena de dulces y golosinas, como una gran golosina te conviertes en un ser inabarcable con la mirada y recurro al recuerdo, donde te armo como un rompecabezas de mil piezas, y aunque lo intento no termino de armarte porque las piezas se confunden de nuevo… No te puedo ver y cuando por fin te veo, todo mi cuerpo se convierte en ojos que quieren apresar en sus retinas cada parte de ti, como un paisaje infinito de bosques, de mares de colores, como mi desierto privado de sueños rotos… No te puedo ver, y sin embargo te veo...