Y las cosas siempre pasan por alguna razón, no una razón metafísica, más una razón práctica, las cosas pasan porque no le pusimos el empeño en cambiarlas, las cosas siempre son nuestras consecuencias...
Y trascender al hastío o convertirlo en algo parecido, a la languidez o a la nostalgia, esa palabra tan triste que suena a olas de mar, a pisadas sobre hojas secas o a truenos lejanos...
Y soportar los segundos infinitos, esos que siempre pasan cuando no los vemos, y preguntarse donde quedaron los "primeros", porque por algo son los segundos, primer caso donde el segundo ocupa un lugar mas destacado...
Y convertir una casa en refugio, en leonera, en cueva o en hogar, en palacio o tumba, en jardín secreto, en polvorín o en prostibulo, burdel o antro de mala muerte...
Y dejar los secretos a un lado, convertirlos en chismes, en noticias y en palabras muertas, y despues decirlos a voz en grito, sin temor, sin miedo y sin angustia...
Y secuestrar los besos, las caricias y los abrazos que los demás te ofrecen y guardarlos bajo llave para los días tristes, los días malos o simplemente para contarlos y ordenarlos en el baúl d elos recuerdos...
Y dejar de quejarme de las noches oscuras, esta infelicidad que me
acompaña en los días soleados, y sin querer, recordar los recuerdos que
no fueron, tristes distorsiones de amores que nunca fueron, de reliquias
que nunca serán significativas...
Y no ser más un yo, tan poco significativo, y no ser más un esto, un aquello, o un simple trasporte para un alma que no tiene a donde ir...
Y ser el mínimo comun múltiplo, tal vez lo que sirve para que el cero sea importante...
Y ya...
Carta para Juan #1. Chuchú.
Hace 10 años
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