A las malas
decidí no volver a verte, a no pensar en vos, ni a buscar tu mirada en las
fotos de las selfies… a las malas, como sacando los recuerdos de la memoria, vos sabes cuales, los de las
tardes grises, esas que nos gustaban tanto, también los de las calles largas y
sinuosas donde nos contábamos historias, reales o inventadas, y tumbados en la
hierba buscábamos animales mitológicos en las nubes, yo siempre encontraba los
pequeños, esos roedores que se ocultan tras la cola de los elefantes… Y te llenaba de sucesos, los míos, los
banales que me ocurren todos los días, en mi ciudad sin mar, en mi ciudad de
largas tardes soleadas y montañas enormes por recorrer… Y te miraba los
lunares, los dedos largos y delgados que me encantaba como enredaban el aire a
tu alrededor… Y te oía respirar cuando subías las escaleras, los peldaños que
llevaban hasta lo más alto del castillo de nubes que eran esos momentos… a las
malas decidí borrarte de mis dedos, ya no recorrer jamás tu geografía, esa
geografía tuya llena de abismos, de angulosas cúspides e insondeados océanos,
mi tierrita, mi islote, mi continente inexplorado, mi satélite natural, mi
selva virgen, mi universo pequeño… a las malas decidí no nombrarte, dejar de
inventarte nombres y apellidos, y palabras, y diminutivos, y profesiones locas:
relojero, soñador, trepaescaleras, encendedor, contador de historias, domador
de elefantes, testigo mudo, silenciador, espanto… a las malas decidí dejar de
decir adiós, y hola, y de nuevo adiós y hola y bienvenido y hasta pronto y
hasta nunca… a las malas me llené de silencios para no decirte lo mucho que te
extraño mi vidita, mi enano, mi árbol, mi sombra, mi espantapájaros, mi
solecito, mi único… mi pequeño tesoro… mi ausencia… mi vos…
Carta para Juan #1. Chuchú.
Hace 10 años