Así te armo en las mañanas de domingo, cuando el sol aún calienta mis sábanas blancas. Te armo a pedazos y jirones con los anuncios de los grandes almacenes, que saltan como monstruos hambrientos del periódico...
Primero la forma de tu cara, enmarcada por cabellos no muy cortos, ni muy peinados...
luego un par de ojos, de mirada seria pero con un reflejo risueño en el fondo...
unas cejas pobladas y en constante asombro ante la vida...
luego busco una nariz, grande y pintoresca, de esas que se atraviesan cuando con un beso quiero encontrar tu boca...
y entre las paginas encuentro tus labios, de una boca grande y sonriente que dejan adivinar los largos dientes en un sonrisa pícara...
y de otra cara robo la barba incipiente y desordenada, que pica en la piel cuando me rozas el cuello...
y un cuerpo larguirucho y estirado, que se escondía entre dos modelos lo arranco de sus garras...
y un traje no tan nuevo, ni tan a medida, ni muy fresco, ni muy tieso, para arropar tu esqueleto...
y así busco cada parte para armarte... y luego te dejo ahí... pegado con un alfiler a mi repisa de corcho... porque aún no encuentro, ni en este catalogo de modelos perfectos, ni en este periódico de noticias no tan buenas, el brillo que te haría único... y sólo me queda otro títere de papel para jugar en las tardes de domingo que cuando me aburro desecho, como juguetes viejos o amantes olvidados, en las esquinas más lejanas de mi enorme cama...
Carta para Juan #1. Chuchú.
Hace 10 años
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