Si, estaba allí, en medio del trabajo y llegó él… ¿cómo llamarlo? Si… Luces Bajas… un hombre agradable, sencillo, de buen ver, un cuerpo atlético que se alcanzaba a adivinar bajo su ropa ligeramente holgada (huy… esto parece escrito por Milo Gasa… jaja…) Era obvio que era gay, no tanto por ser obviamente gay, sino por su profesión y por su trabajo… pero de resto nada delataba su condición homosexual…
Venía a trabajar en un nuevo proyecto al que yo llegué por casualidad (por pura casualidad como la mayoría de cosas en mi vida)
No hablamos ese primer día, ni el segundo día…. Creo que hablamos 15 dias después… Todo comenzó con un saludo, y posteriormente con una conversación superficial (ya saben, esa donde uno averigua cosas de la vida del otro sin parecer impertinente): donde vivía, que hacía, quienes eran su familia, si tenía pareja (esa si fue un poco impertinente). Así supe:
Vivía en Bello (municipio cercano a Medellín), tenía 24 años, estaba en la universidad, vivía con su familia, tenía ganas de independizarse y si tenía pareja.
De todas formas no me atraía físicamente (para un polvo estaría bien) ya que no me había impactado en gran medida. Me gustaba más ese aire de calmada sencillez que lo rodeaba, y un gesto de lamerse los labios que me parecía seductor.
Así pasaron los días, saludarse en la mañana y despedirse en la tarde.
Hasta que llegó el evento principal: Convención Nacional en Cartagena (si, ya saben Cartagena ya no me quiere… y ahí voy de nuevo). Volando volando nos fuimos para Cartagena, cuatro días para compartir con los compañeros en las cálidas playas del corralito de piedra. Igual las cosas no habían pasado de una simple amistad y de una relación de trabajo.
Todos mis compañeros de trabajo conocen mi condición sexual, creo que me conocen tan bien que sospechaban una atracción entre Luces Bajas y yo… Y yo, nada mas por no decepcionarlos profundice más en la situación.
Así comenzó un juego de coqueteo, de miradas y conversaciones más íntimas, pero nada más, óigase bien, pasamos dos días sin un contacto físico, claro que ya era más que deseado y buscado en gran medida…
Hasta que llegó el momento inevitable… después de un largo baño en el mar, llenos de arena y sal de mar no dirigimos al hotel (una vieja casona en Bocagrande, alquilada para nuestro equipo de trabajo). Cada uno buscando una ducha cerca, incluso en cuartos ajenos… así, casualmente, Luces Bajas y yo nos encontramos en un cuarto desocupado de la vieja casa.
El cuarto tenía la puerta sin seguro y yo entré, sabiendo que en ese cuarto no se hospedaba nadie, y al entrar en el baño lo encontré en toda su plena desnudez en la ducha. No pareció sorprendido, ni yo evidencié mi sorpresa. Comenzamos a charlar de cosas banales mientras él seguía desnudo y yo en la puerta del baño mirándolo. Me ofreció un espacio en la ducha, al que yo respetuosamente decliné (otra vez la prosa de Milo Gasa…), prefería, le dije, esperar para ducharme a mi anchas…
Terminó su ducha y salió, y al cruzarse en la puerta me besó, un beso suave y corto, más como un pico (así le decimos en mi ciudad a un contacto rápido de labios). Y me dejó parado en la puerta del baño y yo rápidamente lo alcancé antes de llegar y le di un beso de verdad verdad.
El romance comenzó, pero los días en Cartagena se acababan e inevitablemente terminaron. Así como todos juntos en el aeropuerto para viajar de regreso a este Valle de Lágrimas llamado Medellín. Pero la Providencia intervino de una forma misteriosa. Los tiquetes de Luces Bajas y yo no estaban confirmados en el mismo vuelo con el resto del grupo sino en un vuelo a primeras horas de la noche. O sea, que tendría más horas para compartir en la ciudad amurallada. Esas horas fueron la confirmación de nuestra naciente relación.... ¿Y su pareja qué? No, su pareja no importaba, lo tenía muy abandonado y era inevitable que terminaran.
Y jurándonos amor regresamos a nuestra vidas, el proyecto terminó y con ello la disolución del grupo, pero la relación apena arrancando seguía a flote.
Luces Bajas terminó con su pareja, después de muchas largas, se encontraron y finalizaron la relación, el novio nunca se dejaba ver y siempre tenía excusas para no encontrarse. Al parecer no le prestaba atención ni se interesaba por él.
Se puede decir que empezó nuestra relación formal, a los ojos de Dios y del mundo y de mis amigos obviamente, ellos por supuesto lo adoraban (más que a mí, snif) y recurrentemente salíamos en grupo. Y cuando el dinerito faltaba pues nos íbamos para mi casa a ver películas y a hacer comida.
Pero algo pasó, la rutina de la relación nos afectó de improviso, él ya no quería que saliéramos con mis amigos, y no le gustaba ir a mi casa. Comenzó a buscar excusas para no vernos. Sobre todo cuando el dinero escaseaba era que las excusas abundaban, la daba pena no tener dinero porque siempre era yo el que invitaba, casualmente las excusas aparecían cuando el que no tenía dinero era yo. Y hacía berrinche cuando me pedía prestado y yo no tenía para prestarle.
Y yo, resignadamente, me quedaba en mi rincón, mordiéndome los codos cuando lo llamaba y descubría que estaba rumbeando con sus amigos, que le habían insistido tanto que no se había podido negar. Que casualidad que siempre ocurría esto cuando antes no habíamos podido vernos por alguna excusa extraña, a saber: dolor de espalda, de cabeza, de colon, de estomago, de huesos, lo único que le faltó fue tener cólicos menstruales, y no me hubiera extrañado porque mujer si era, y muy mujer.
Que pena descubrir que las cosas tienen siempre otra versión, y la versión de Luces Bajas siempre dejaban algo que desear. Sobre todo cuando descubres que bajo la apariencia de sencillez se esconde un problema mayor. Resultó ser un lobo con piel de oveja, si, andaba por la vida mirando a ver a quien explotaba. Su expareja no era que no le prestaba atención, era que no le prestaba nada, Luces Bajas buscaba quien lo mantuviera y cuando el prospecto de marrano se desinflaba empezaba a buscar otro… Así que le dije: Adiós… y encontrémonos porque me debes una plata y la necesito…
Apareció a pagar la plata, claro, y con ánimos de reconciliación, pero más rápido que decir Hola dije adiós y pies para que los quiero…
Y quedaron nada más los días pasados en Cartagena, que me hace llegar sus recuerdos de mierda a larga distancia… y con recargos...
Venía a trabajar en un nuevo proyecto al que yo llegué por casualidad (por pura casualidad como la mayoría de cosas en mi vida)
No hablamos ese primer día, ni el segundo día…. Creo que hablamos 15 dias después… Todo comenzó con un saludo, y posteriormente con una conversación superficial (ya saben, esa donde uno averigua cosas de la vida del otro sin parecer impertinente): donde vivía, que hacía, quienes eran su familia, si tenía pareja (esa si fue un poco impertinente). Así supe:
Vivía en Bello (municipio cercano a Medellín), tenía 24 años, estaba en la universidad, vivía con su familia, tenía ganas de independizarse y si tenía pareja.
De todas formas no me atraía físicamente (para un polvo estaría bien) ya que no me había impactado en gran medida. Me gustaba más ese aire de calmada sencillez que lo rodeaba, y un gesto de lamerse los labios que me parecía seductor.
Así pasaron los días, saludarse en la mañana y despedirse en la tarde.
Hasta que llegó el evento principal: Convención Nacional en Cartagena (si, ya saben Cartagena ya no me quiere… y ahí voy de nuevo). Volando volando nos fuimos para Cartagena, cuatro días para compartir con los compañeros en las cálidas playas del corralito de piedra. Igual las cosas no habían pasado de una simple amistad y de una relación de trabajo.
Todos mis compañeros de trabajo conocen mi condición sexual, creo que me conocen tan bien que sospechaban una atracción entre Luces Bajas y yo… Y yo, nada mas por no decepcionarlos profundice más en la situación.
Así comenzó un juego de coqueteo, de miradas y conversaciones más íntimas, pero nada más, óigase bien, pasamos dos días sin un contacto físico, claro que ya era más que deseado y buscado en gran medida…
Hasta que llegó el momento inevitable… después de un largo baño en el mar, llenos de arena y sal de mar no dirigimos al hotel (una vieja casona en Bocagrande, alquilada para nuestro equipo de trabajo). Cada uno buscando una ducha cerca, incluso en cuartos ajenos… así, casualmente, Luces Bajas y yo nos encontramos en un cuarto desocupado de la vieja casa.
El cuarto tenía la puerta sin seguro y yo entré, sabiendo que en ese cuarto no se hospedaba nadie, y al entrar en el baño lo encontré en toda su plena desnudez en la ducha. No pareció sorprendido, ni yo evidencié mi sorpresa. Comenzamos a charlar de cosas banales mientras él seguía desnudo y yo en la puerta del baño mirándolo. Me ofreció un espacio en la ducha, al que yo respetuosamente decliné (otra vez la prosa de Milo Gasa…), prefería, le dije, esperar para ducharme a mi anchas…
Terminó su ducha y salió, y al cruzarse en la puerta me besó, un beso suave y corto, más como un pico (así le decimos en mi ciudad a un contacto rápido de labios). Y me dejó parado en la puerta del baño y yo rápidamente lo alcancé antes de llegar y le di un beso de verdad verdad.
El romance comenzó, pero los días en Cartagena se acababan e inevitablemente terminaron. Así como todos juntos en el aeropuerto para viajar de regreso a este Valle de Lágrimas llamado Medellín. Pero la Providencia intervino de una forma misteriosa. Los tiquetes de Luces Bajas y yo no estaban confirmados en el mismo vuelo con el resto del grupo sino en un vuelo a primeras horas de la noche. O sea, que tendría más horas para compartir en la ciudad amurallada. Esas horas fueron la confirmación de nuestra naciente relación.... ¿Y su pareja qué? No, su pareja no importaba, lo tenía muy abandonado y era inevitable que terminaran.
Y jurándonos amor regresamos a nuestra vidas, el proyecto terminó y con ello la disolución del grupo, pero la relación apena arrancando seguía a flote.
Luces Bajas terminó con su pareja, después de muchas largas, se encontraron y finalizaron la relación, el novio nunca se dejaba ver y siempre tenía excusas para no encontrarse. Al parecer no le prestaba atención ni se interesaba por él.
Se puede decir que empezó nuestra relación formal, a los ojos de Dios y del mundo y de mis amigos obviamente, ellos por supuesto lo adoraban (más que a mí, snif) y recurrentemente salíamos en grupo. Y cuando el dinerito faltaba pues nos íbamos para mi casa a ver películas y a hacer comida.
Pero algo pasó, la rutina de la relación nos afectó de improviso, él ya no quería que saliéramos con mis amigos, y no le gustaba ir a mi casa. Comenzó a buscar excusas para no vernos. Sobre todo cuando el dinero escaseaba era que las excusas abundaban, la daba pena no tener dinero porque siempre era yo el que invitaba, casualmente las excusas aparecían cuando el que no tenía dinero era yo. Y hacía berrinche cuando me pedía prestado y yo no tenía para prestarle.
Y yo, resignadamente, me quedaba en mi rincón, mordiéndome los codos cuando lo llamaba y descubría que estaba rumbeando con sus amigos, que le habían insistido tanto que no se había podido negar. Que casualidad que siempre ocurría esto cuando antes no habíamos podido vernos por alguna excusa extraña, a saber: dolor de espalda, de cabeza, de colon, de estomago, de huesos, lo único que le faltó fue tener cólicos menstruales, y no me hubiera extrañado porque mujer si era, y muy mujer.
Que pena descubrir que las cosas tienen siempre otra versión, y la versión de Luces Bajas siempre dejaban algo que desear. Sobre todo cuando descubres que bajo la apariencia de sencillez se esconde un problema mayor. Resultó ser un lobo con piel de oveja, si, andaba por la vida mirando a ver a quien explotaba. Su expareja no era que no le prestaba atención, era que no le prestaba nada, Luces Bajas buscaba quien lo mantuviera y cuando el prospecto de marrano se desinflaba empezaba a buscar otro… Así que le dije: Adiós… y encontrémonos porque me debes una plata y la necesito…
Apareció a pagar la plata, claro, y con ánimos de reconciliación, pero más rápido que decir Hola dije adiós y pies para que los quiero…
Y quedaron nada más los días pasados en Cartagena, que me hace llegar sus recuerdos de mierda a larga distancia… y con recargos...
PD. Tiempo después un amigo frecuentemente me mencionaba a un exnovio que lo buscaba con insistencia, y cada vez a medida que le decía que lo extrañaba le pedía prestado dinero. Mi amigo, como le dicen en mi ciudad, se hacía el "güevón" y lo evitaba cada vez que podía. Después de mucho insistir accedió a darme sus señas particulares y cual sería mi sorpresa al descubrir que el exnovio que le insistía tanto era Luces Bajas, así es otra víctima de la manipulación y de una que otra persona que a pesar de que estemos muy flacuchentos nos ven como "marranos".
PDD. La imagen que iba acompañando este post era un cerdito sentado tomando el sol, pero por mas que la monté siempre me aparecía esta... asi que esta quedó... soy yo echado a la pena en las playas de Cartagena, jaja... ¡Si, claro!