miércoles, 8 de mayo de 2024

Hoy renuncié...

Hoy renuncié a verte de nuevo, y digo verte como puedo decir imaginarte... hoy renuncié a insistir un futuro contigo, es decir conmigo, es decir juntos... hoy renuncié a buscarte, a encontrarte, a intentar ser necesario en un futuro incierto... para mí, para ti este futuro no era una probabilidad, ni una certeza, ni nada... hoy renuncié a verte como un posible "algo más", demás que amigos si podremos ser, en ese mismo futuro incierto... hoy renuncié a preguntar ¿cómo estás? con la esperanza de que me devolvieras la misma pregunta, para poder contarte de la incertidumbre del mundo, del paso de los días sin ti, de la enorme seguridad de que estoy bien a pesar de todo... hoy renuncié a mirar tu ventana para saber si todavía existes en este mundo que dibujas con tus dedos... hoy renuncié...

sábado, 27 de enero de 2024

Hoy regreso.

Hoy regreso a escribir, después de tantos silencios.

Hoy regreso, o tal vez nunca me fui, estaba silencioso mirando esto renglones vacío del éter.

Hoy regreso, para decir, pensar, tal vez intuir, unas palabras que  escribo antes de que las olvide, tal vez.

Hoy regreso, para comenzar una carta nueva, una de esas que nadie lee.

Hoy regreso, para intentar despejar esta cabeza loca, que se llena de palabras que no dicen nada, que no hallan la voz para salir.

Hoy regreso.

viernes, 14 de agosto de 2020

Consecuencias

 Quería hablar de ti, no de nosotros, de ti como siempre, y no supe como empezar.

Intenté por tus labios torcidos y siempre dispuestos a la palabra rápida, a tu lengua mordaz y afilada, a tus dientes disparejos y espesos (¿pueden los dientes ser espesos?).

Intenté de nuevo por tus ojos, por tu mirada traviesa, inquisidora, atrevida y un poco miope cuando de lejos intentabas descubrir mis intenciones.

Intenté por tu piel, ese órgano extraño que llevas expuesto al mundo, por ese tacto suave en unos sitios y áspero en otros, lampiño y con vellos inesperados.

Intenté por tu cuerpo entero, que no puedo hacer coincidir las partes cuando te reconstruyo en mi memoria, ¿o sí?

Intenté por tu recuerdo, de esos tengo muchos, de ese día en el parque tal vez, o de caminar bajo la lluvia, o ese día que ya no estabas, ese es un recuerdo ausente, ¿los que recuerdos de tu ausencia son recuerdos tuyos o míos?

Intenté… si que lo intenté… y agoté las palabras… agoté los recursos… entré en déficit de metáforas… esas son las consecuencias de mis actos… tal vez…

Intenté comenzar de nuevo… y las palabras sobran… pero no son sobre ti… ya nada es sobre ti… y las consecuencias son mínimas, inexistentes…

Intenté entonces, no asumir las consecuencias, ¿cómo asumir las consecuencias cuando no existen?

Intenté vivir sin ti, triste vida de un inconsecuente…

domingo, 7 de junio de 2020

Giros lingüísticos

Podría decir giros para decir desvío o encrucijada, o decir deseo por decir... nada.
Cuando digo silencio o ruido, o digo suspenso y enorme... cuando no digo nada.
Convierto giros en rutas sin dirección, quiero entonces decir "te extraño" y termino diciendo "hola".
Te digo "adiós" cuando quiero decir "no te vayas" y termino convirtiendo silencios en palabras no dichas que es distinto.
Entonces comienzo a girar sobre mi mismo, sobre un mismo tema, sobre vos... o algo así y te cambio el nombre, la cara, la ciudad... y termino perdiéndote entre la gente... y me parece verte en la sombra de los ojos de un niño que pasa, en la risa del adolescente loco que habla con su novia y termino por verte incluso en mi reflejo cuando me miro al espejo antes de perderme a buscarte en esta gran ciudad...

viernes, 31 de enero de 2020

Hoy es el día...

Hoy es el día... desperté mirando el techo de mi alcoba y sonreí, las pantuflas de conejos esperaban ansiosas mis pies y sin morder mis dedos se dejaron usar. Hoy es el día, abrí la ventana que da al jardín de eterno invierno y hoy, solo por hoy, la primavera se ha instalado y gira sus flores recién nacidas al verme. Hoy es el día, el desayuno somnoliento, con cucharas y tazas y platos, se han quedado quietos para mi sorpresa, y sin quemarme los labios me han brindado su compañía. Hoy es el día, mi patito de hule me acompaña en la bañera, y el delfín que se ocultaba en el fondo se asoma gracioso durante mi baño. Hoy es el día, la ropa gris de todos mis días, se ha escondido en el fondo del armario, y han liberado solo por hoy mis ropas de colores, que ya libres bailan sin música al posarse en mi cuerpo y me hacen bailarín improvisado en mi casa. Hoy es el día, salgo a la calle, las nubes corren su telón de boca y el sol como una farola aparece, y solo por hoy, me deja ver el cielo azul, y me caliento la piel con su calor. Hoy es el día, el camino a tu casa se encuentra despejado del trancon habitual de las calles hoy, solo por hoy, no existe, y los pasajeros de los buses, del metro, de los autos y bicicletas me sonríen al pasar, solo por hoy. Hoy es el día, pienso al llegar a tu casa y al tocar a tu puerta... no te encuentro, no estás, huiste, escapaste de esta realidad gris que te ofrecía tan buenas condiciones para la huida. "Hoy es el día", encontré escrito en los muros de tu casa, y me quedo allí mirando las letras que se escurren con la lluvia que comienza cuando el día termina y regreso a casa, y los pasajeros de los transportes me miran huraños, las congestiones, los trancones y las calles, las cucharas, los platos y las flores y los árboles y la puerta de mi casa y el patio y el delfín y las nubes y el sol y el cielo y las pantuflas me dan la espalda, hoy es el día, pienso mientras escribo esta carta que nadie leerá, con el triste asombro de tu huida de mi vida...

jueves, 28 de febrero de 2019

Y...



Y me veo transparente y lúcido, y a vos tan turbio, como el agua que empujo con mis pies descalzos cuando pasa la lluvia.
Y sin querer te desdibujo, como el lápiz cuando mis dedos sin querer trazan sombras en los dibujos que hago en mis ratos muertos.
Y freno el impulso de llamarte, mi superhumano vulnerable a la soledad.
Y empujo las puertas de mi memoria, yo que no puedo no amarte cuando veo mis manos solitarias enredando los cabellos imaginarios de tu frente.
Y no consigo sujetar tus dedos finos, como esos pececitos que te tocan los dedos y huyen.
Y te entrego mis suspiros sin aire como un hermoso ahogado sin nombre que llega a la playa de tus ojos, como un sentido unívoco del viento, como una ciudad abandonada por la lluvia.
Y te convertís en el cielo, en las nubes y en el polvo del camino.
Y no te reconozco en los ojos somnolientos de mi amante.
Y como no amarte cuando sos mi necesitado de afecto, como no amarte cuando sos mi sombra triste de las noches sin luna, como no amarte cuando sos lo único que cumple mis citas en las noches de insomnio.
Y te dibujo en las paredes de mi casa como unos minutos vagos de las tardes que no existen, en las fechas turbias de los paisajes innombrados de las montañas silenciosas que vigilan mis pasos.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Hoy he vuelto...






Hoy he vuelto...
para mirarte los ojos brillantes cuando hablás de tus días inmensos como montañas ...
para mirarte las manos que movés como manos de ilusionista en medio de la pista de un circo imaginario...
para escuchar los relatos de tus días furiosos de alegría, de sueños y esperanzas, como barquitos de papel enfrentados a las olas del mar...
para espantarte las dudas que te merodean como moscas de hilo que cuelgan de las ramas de los árboles de esta ciudad que tanto amás...
para escuchar también lo que no decís, como palabras mudas, como suspiros cuando mirás las nubes que te miran sin decirtelo, como yo que te observo sin decírtelo...
para esperar un mensaje que tal vez no llegue, o jugar contigo al gato y al ratón... o simplemente para sonreír cuando escucho tu voz, ahí al otro lado de este eter llamado días que nos rodean...
Hoy he vuelto, para nada... para todo...

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Volver a casa

Como devolviendo los pasos, regreso a casa...
La puerta oxidada y los postigos echados me reciben silenciosos, como cadáveres abandonados al borde del camino...
El polvo, único habitante de mi refugio, se levanta silencioso cuando recorro de nuevo sus habitaciones: la sala con su biblioteca, en la cual los personajes de mis libros me miran sin reconocerme, el patio con mis cuatro plantas ya convertidas en árboles llenos de pájaros sin hogar, mi cocina con el agua del lavabo a rebosar ya convertido en piscina llena de delfines de espuma y tiburones de goma, y mi alcoba llena de sueños olvidados, de los míos por supuesto, y que curiosamente, aunque los veo, no los reconozco, ni tu sonrisa, ni tus ojos, ni tus dedos son los mismos, ni tus palabras, ni tus silencios, ni tus recuerdos, todo de una forma diferente a la real, y allí en medio del silencio de mi casa, tendido en la cama, estoy yo, como un bebé enorme abandonado en medio de la lluvia interminable que es mi memoria. Triste costumbre que tengo de irme y no llevarme conmigo...

miércoles, 28 de febrero de 2018

Apareces...

Apareces entre los nombres no dichos, como bordeando las comisuras de los labios, y entre las respiraciones apacibles de las tardes lluviosas (que insistencia de aparecer la lluvia cuando hablo de vos), y en ese vaho que aparece en los cristales escribo rápido tu nombre para verlo desaparecer con el dorso de mi mano.
Entonces pongo en movimiento mis animales de papel, únicas mascotas que habitan mi casa, e insisten en quedarse quietos cuando no los miro, y entre ellos la pequeña melliza que se quedó conmigo cuando nuestra separación ocurrió (¿puede separarse algo que nunca estuvo unido?) y triste mira por la ventana hacia la pared desnuda, blanca e inmóvil, que insiste en permanecer como una guardiana silenciosa para ocultar de mi vista los jardines del vecino.
Siempre ocurre que me invade la tarde, con sus visos pesados y somnolientos, único refugio del tedio de los días, ¿y si me escapara hacia tu mundo? ¿y si ocurriera la última mirada de los amaneceres? ¿y si la película no terminara con la palabra FIN? Ocurre entonces que los personajes de mis libros se hablan entre ellos, hablan de mi tristeza infinita y de esta necesidad de no verte, de no hablarte, de no saber de vos, necesidad que me llena cuando el insomnio se cruza en mis ojos, entonces inventan historias que me cuentan cuando los leo de nuevo, y no los reconozco cuando se detienen y me miran, y sólo leo una y otra vez la historia de tus ojos que miran siempre un paisaje que no habito, eterno dilema de no vivir ambos en el mismo mundo.

sábado, 30 de diciembre de 2017

Te imagino...

Te imagino solo, abandonado y triste, como un pecesito en una pecera frente al mar, alma solitaria en un mundo tan azul, pequeña metáfora de la ausencia, inútil esfuerzo por no desaparecer de un sórdido refugio hecho de papel, así como ramas astilladas de un árbol que nunca creció, ¡Oh, mi pequeño ángel! como una gárgola en una iglesia gótica, tan cerquita del cielo, casi estirando los dedos tocar las nubes, y empinarse corriendo el riesgo de caer y sin esperanza de volar, ángel de piedra con alas inútiles... Te imagino sombra, arena y viento, que estás en todas partes, ser ubicuo como mi pensamiento, ¿cómo puede mi pensamiento estar en todas partes que finalmente terminan siendo tú? Que sos mi universo, mi refugio, mi tristeza... Te imagino ciego y mudo, como esos muñecos en los aparadores de la ciudad, inútil metáfora de la infancia, así de ridícula e innecesaria, si la infancia es una metáfora en sí misma, como esas luces navideñas que pretenden ser alegres y sólo nos llenan de nostalgias... Te imagino ausencia, eso que está y no existe, como los cuerpos sin sombras, como una ventana hacia un muro, así de vano e innecesario, siendo sin ser, soy porque existís, porque sos mi pensamiento, mi aliento y mi luz, como la vida en la punta de los dedos, intentando escapar de mi realidad que no sos vos, que es esta realidad que se escribe en las líneas torcidas de la palma de mi mano izquierda, y que aún sigue siendo percibida por mis ojos cuando los cierro, por mis manos cuando te toco en las páginas de los libros que nunca leerás porque no existís más allá de esta cabeza que descansa sobre mis hombros... Te imagino imaginándome a mí, este solitario hombre que soy yo, mirando una pecera donde un pecesito triste mira a través de la ventana el mar que se extiende al otro lado de la carretera....