Con
la suave brisa de las noches llegaré a tus puertas, como el niño lobo que soy.
Siguiendo el suave rastro de tu sudor en el aire, con mi fina nariz de niño
lobo. Después de buscarte por los bosques y ciudades he encontrado tus pistas, ocultas
en las nubes y en las fases de la luna, como frágiles huellas de tu risa,
escuchando tu voz con mis finas orejas de niño lobo. Entraré a tu cuarto
silenciosamente y me acercaré a tu cama sigilosamente, con mis fuertes patas de
niño lobo. Y a través de las cortinas de tu cama, finas gasas que te protegen
del mundo, te veré dormido, con mis penetrantes ojos de niño lobo. Sin que
despiertes, lameré tus heridas de cada de día, heridas de las batallas
cotidianas, te lameré completo con mi larga lengua de niño lobo. Calmare tus malos sueños, tus pesadillas y desvarios, con mis suaves gruñidos de niño lobo. Y esperaré la
madrugada, cuidando tu sueño, contemplando tus gestos graciosos, tu sopor
nocturno, tus pesadillas, y al despuntar el alba, me quedaré dormido, como
siempre, como el personaje de los libros que siempre lees, como el niño lobo
que soy.