lunes, 1 de marzo de 2010

MI MUNDO SEGÚN “SEX & THE CITY"


Bueno, ¿quien quiere ser Carrie, Miranda, Charlotte o Samantha? Es una pregunta que frecuentemente surgía en las conversaciones con algunos amigos (de los pocos que tengo, los que conocen Sex & the City, o sea: dos).


Hagamos la tarea:

Carrie es la típica triunfadora, que reflexiona cada paso que da en la vida, su profesión le permite darse ciertos lujos, ya saben, esa obsesión por los zapatos y por las relaciones, las relaciones que la hacen sufrir a cada capítulo hasta encontrarse con el Sr. Big, que la hace sufrir más que todos los demás juntos, pero al final quedan juntos… casi que no.

Miranda, otra triunfadora, la del único amor que después de ese ya no hay más, el problema es que vive demasiada enfocada en su carrera, así que los hombres quedan rezagados, no hay ninguno que le de la talla, hasta que se resigna a quedarse con el único que la sigue amando a pesar de los desprecios… con hijo a bordo y todo, no está mal.

Charlotte, la ilusa, sin una carrera pero con una meta: esposa-trofeo, que más puede ser una muñeca de porcelana, la de guardar las apariencias y tragarse la mala vida que le da el marido, pero luego se desquita y se queda con el hombre que ni en sueños (o pesadillas) imaginó quedar, peor es nada.

Samantha, la devora-hombres, téngase mundo que llega la más, ya que el amor no existe remplacémoslo con algo mejor: el sexo, triunfadora igual y con la lista de hombres más larga de la ciudad, esto está mejor.

¿Quién quieres ser?

Pues yo no sé, obviamente estamos hablando de estereotipos, ya se sabe, estas mujeres no existen, sólo son parte del imaginario. Aparte de darle una esperanza a las mujeres (y hombres homosexuales) de 35 años para arriba: todavía tienes vida por delante (y hombres también)…

¿Quién quieres ser?

Quien no querría ser una de estas cuatro mujeres, al menos por un capítulo, lo más delicioso y apetecible de la ciudad pasaba por sus camas (lo de camas es un decir, porque terminaban haciéndolo en muchos sitios diferentes a una cama), para luego despreciarlos por la más ínfima tontería (quien no lo ha hecho alguna vez que tire la primera piedra… ¡Ay! ¡No me la tiren a mí!...) Que si es de experiencias ya podemos arreglar cuentas.

Quien dice que en Nueva York no hay perdedores, es que es fiel seguidor de Sex & The City, claro, hasta los meseros andan en Jaguar, Mercedes o Porsche. Todos bien vestidos y a pesar del ínfimo sueldo, cada capítulo estrenando zapatos (obvio que nunca se quejaban de dinero, porque sino como los iban a vestir mal), es que la ropa de diseñador es más barata en Nueva York (¡Ja!) Nos toca conseguirnos los más parecido a un original, y que no se note que es copia (a mi las marcas pocón pocón, pero nunca se sabe, sobre todo si tiene las tres rayas de Adidas que son mi debilidad)

Quien dice que la rutina es aburrida, no es seguidor de la serie más fashion de la televisión, porque nuestras chicas saben donde empieza el día, pero no saben donde termina, si en un yate, en los Hamptons (algo así como un sitio lo más high society cercano a NY, en Medellín sería Llano Grande, y en Bogotá ¿La Calera?), en el restaurante más fino o en la zona VIP de la discoteca más exclusiva. Mas que lógico que la noche sea más larga que el día: 8 horas de día para trabajar y 16 horas de noche para vivir… Y tiene que ser más larga la noche para demorarse dos horas en elegir vestido, dos horas para llegar a donde vayan (porque NY es muy grande), dos horas de malentendidos con los hombres (ya se sabe por lo de la comunicación), dos horas de rumba, dos horas para morrearse con el hombre en cuestión, dos horas para caminar por la calle (escena infaltable, ya sea bajo la luna, con lluvia, en otoño o nevando) y llegar a casa hacer el amor, dormir y levantarse como una lechuga para trabajar al día siguiente (porque todo esto lo hacen en martes, miércoles o jueves), desayunar en un restaurante para desatrasarse de chismes y aunque no lo crean ¡trabajan!

O si no como podrían darse ese lujo de vida que tienen: marcas exclusivas, fiestas regias, maquillaje lo último, autos del año, y dinero para ir tirando.

Que alguien me diga si alguna vez presentaron un capítulo donde las hayamos visto en alguna escena llamando a la agencia de arrendamientos diciendo que se van atrasar para pagar la renta del mes, lo mejor es que ya ni menstrúan, en serio, o quien las vio en alguna escena con problemas de esa índole, y de los hombres no hablemos (a excepción del último amor de Charlotte), todos los demás son unos “hembros”, porque todos los demás están tras las cámaras.

¿Quién quieres ser?

No quiero ser, soy. Soy unos días un poco Carrie, un poco Miranda y otros días un poco Samantha. Tengo un amigo que es Samantha de pies a cabeza (él lee este blog y sabe que le estoy hablando). Otro que es Charlotte sólo en apariencia, porque es Samantha cuando nadie lo ve. Y Miranda también está por acá cerca, pero no tiene ni idea que haya algo que se llame Sex & The City, así que no sabe de que estoy hablando.

Obvio que la serie se tenía que llamar Sex & the City, porque sexo si hay y ciudad también, son historias que podrían pasar en cualquier ciudad, menos en la mía… ¡Snif!


PD. No me resistí la tentación de escribirlo, ahi se los dejo... Primero lo hice con QUEER AS FOLK..., y después lo haré con EL CHAVO DEL OCHO... es broma...